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viernes, 13 de diciembre de 2013

Tic Tac

Lo que empezó como un día se convirtieron en dos. Un días tras otro el reloj con su tic tac marcó el final de una noche más, y así —sin que lo pudieran evitar— se envolvieron en secretos y mentiras. Se cubrieren con el manto de la ira y perdieron el camino de la verdad.
Olvidaron que hubo días en que sol no salía y la luna no se escondía. Pasaron de las sonrisas y los besos, se quedaron con los gritos y empujones.
Hundieron el corazón, alzaron el orgullo y dignidad, envolvieron con una venda la razón.
Alzó velas la tristeza y la alegría se rompió las alas. La decepción manejó el timón y la esperanza en un calabozo se quedó.
Con un grito furioso y una bofetada terminó, siendo que todo empezó con una sonrisa y una mirada.
Y pasó un tiempo antes de que se preguntaran que fue lo que sucedió.  Tal vez demasiado para que el anhelo se abalanzara sobre la decepción, pero no lo suficiente para que el miedo ahogara por completo el corazón.
La esperanza fue liberada dio vuelta con la nostalgia como motor. La vergüenza y la pena secuestraron la razón, sin embargo la fe con su inquebrantable espíritu la rescató, trató de hacerle ver la verdad, pero la razón no quiso escuchar. Así que el amor le colocó una mordaza y la ató.
Para cuando logró escapar era demasiado tarde, la locura se había adueñado de los dos.
La alegría volvió a volar y con resignación la razón aceptó que la mentira y los secretos tenían mucho menos autoridad cuando la inseguridad estaba calladita en un rincón con la verdad como guardián. 

martes, 5 de noviembre de 2013

Irónicas contradicciones

A veces río, a veces lloro.
En ocasiones te cuento algo, en ocasiones te cuento casi todo.
La vida es así, cuestión de «a veces» y «en ocasiones». Es que el miedo abruma y nadie lo da todo siempre… 
O tal vez sí. Tal vez haya quienes tiren todo por la borda y se lancen al vacío. Pero son raras esas personas y habrá cosas, porque hay «algos», que pocos están dispuestos a dar. Se da de a poco, sin entregar esa parte que es su centro, el inicio de todo. Sólo se muestra en pequeñas acciones, en ligeras ocasiones.
Es que la vida es de enredos y razones. El corazón y el cerebro tiran cada uno de su lado, y por más que trates de ir de intermedio, siempre declinas por un lado. Lo más irónico del caso es que lo único seguro, casi continuamente, es que siempre hay dudas y nunca pueden evitarse.
Al enseñarnos a hablar nos enseñan de ortografía, sintaxis y lingüística, pero casi nunca escuchas a alguien usar adecuadamente el «siempre» y el «nunca» porque el simple hecho de decir «nunca digas nunca» ya es una cuestión irónica.
El nunca llega y el siempre queda olvidado a un lado.
A veces, sólo a veces, se habla correctamente de lo que se quiere decir realmente. Tal vez—alguna vez— podamos ver más allá de las palabras, porque aunque éstas  se queden grabadas, muchas veces mienten y cuando dicen la verdad se les retuerce.
Y ahí es donde vienen las miradas, pero hay quienes se acostumbran tanto a mentir que los ojos no revelan nada.
Y lo gracioso es que así se empieza todo, con nada. Pero nada crece y se fortalece si no hay un algo que empiece.
Para qué «peros» y «sin embargos» cuando se puede contradecir tanto con tan poco.

La ironía va de contradecirse, pero es tan natural como llorar de risa.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

No te prometo

No te prometo de nuevo mi amor, ni quedarme a tu lado. Cuando el mañana llegue me iré y sólo seré un recuerdo de lo que una vez fue. Caminarás por la calle y tal vez pienses en mí, pero lo más probable es que no.
Porque cuando el sol salga y tus lágrimas se vayan, desearás nunca haberme conocido. Mirarás tu reflejo en los vidrios de las tiendas, te arreglarás el cabello y olvidarás por completo que una vez fingiste no ver cómo me acercaba a ti desde el otro lado de la calle.
Mi nombre a duras penas se mencionará durante las cenas con tu familia, nadie querrá traerte malos recuerdos. Seremos dos entidades separadas que en algún momento estuvieron juntas.
Y así, poco a poco mirarás el cielo y no te preguntarás si sigo ahí, a la vuelta de una esquina o sentado en la mesa de algún café, dejarás de inquirir qué estarías haciendo si estuviera ahí.
Y yo… Yo estaré aquí, esperando que vuelvas a ser feliz.

domingo, 25 de agosto de 2013

Alguna vez

Alguna vez, en medio de una habitación de hotel, dos corazones latieron a un ritmo desenfrenado, dos cuerpos se movieron sin control, dos miradas se encontraron y por un instante fueron uno.
Olían a alcohol y humo de cigarrillo.
Fue un momento de esos cualquiera, en que la vida pesa y el mañana no aguarda.  En que dos seres se consolaron sin la esperanza de algo más. Una de esas noches que se pierden en el tiempo sin que se paren a pensar.
Un día de esos en que dos extraños que se conocían se apartaron sin decir sus nombres. Una noche como cualquiera, en la vida de una persona cualquiera. Porque como esa noche pudieron haber cientos de noches en las vidas de miles de personas posibles.

Fue especial —y no lo fue— porque eran dos personas únicas que no eran diferentes a otras.

***

Lo sé, lo sé. Tenía el blog abandonado y muchos creerán que es que no volví a escribir, pero no es cuestión de que no tuviera que escribir sino que cada vez que trataba de hacerlo no salía y es mejor no forzar la imaginación. Es un gusto estar de vuelta y espero poder volver a escribir continuamente, que sino May tiene derecho a asesinarme. (Es una broma, ¡aún soy demasiado joven para morir!)
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